Edad y sexo, el doble estigma en el acceso de la mujer al empleo

Crear entornos laborales inclusivos y libres de prejuicios, promover la igualdad de oportunidades o valorar la experiencia y el conocimiento de todas las personas con independencia de la edad se ha convertido en una difícil misión, si no imposible, para los profesionales de los recursos humanos que tratan de incorporar a los perfiles sénior en el mercado laboral. Ni las bonificaciones de contratación ni los programas formativos parecen suficientes para acabar con los prejuicios o estereotipos vinculados con los años.

El primer trimestre de 2024 registraba una cifra de unos 259.000 varones mayores de 55 años en paro, con una tasa del 12,3%. El de mujeres en este rango de edad ascendía a las 297.500, con una tasa casi dos puntos superior (14,2%). Las mujeres mayores de 50 años representan algo más de un tercio de la población activa femenina (33,8%) y se estima que en año 2040 alcanzarán el 50%.

Aunque cada vez son más las empresas que aseguran apostar por el talento sénior, la práctica totalidad de los trabajadores encuentran habitual este sesgo en las contrataciones o promociones del personal. Un 95,7% en concreto, según el informe ‘El edadismo y su impacto en el mercado laboral’, elaborado por Gi Group Holding. “Casi 4 de cada 10 encuestados aseguran que las mujeres son las más afectadas por el edadismo, porcentaje que aumenta hasta el 48,6% si tenemos en cuenta sólo el testimonio femenino”, explica Verónica Lázaro, Key Account Manager Gi Training en Gi Group.

Si se une el género con la edad, 6 de cada 10 mujeres afirman haber sido discriminadas laboralmente por este motivo, frente a cinco de cada diez hombres que lo reconocen. Por ello, Lázaro defiende que “las organizaciones deben fomentar una cultura inclusiva y diversa, promoviendo políticas que minimicen los sesgos y potencien el desarrollo profesional de todos sus miembros”.

El undécimo informe “#EmpleoParaTodas: la mujer en riesgo de exclusión en el mercado laboral” de la Fundación Adecco situaba en un 27,2% la tasa de mujeres en esta situación (algo más de 6,5 millones) frente al 24,8% de los hombres (5,7 millones). La edad, según este análisis, se perfila como uno de los grandes factores de discriminación de la mujer en el trabajo, donde encuentra importantes dificultades de acceso a partir de los 45 años y, especialmente, a partir de los 50.

En términos absolutos, este segmento roza los cuatro millones de personas (3,68 millones) que tienen trabajo o lo buscan. “Muchas de las mujeres sénior en desempleo se incorporan al mercado laboral pasados los 50 años, tras largos periodos de inactividad y una vida dedicadas a su familia”, recuerda Begoña Bravo, directora de Integración e Inclusión de la Fundación Adecco. De hecho, siete de cada diez mujeres mayores de 50 en desempleo afirman haber antepuesto en alguna ocasión el cuidado de la familia a su carrera profesional.

La mayoría de las mujeres sénior en desempleo (82%) ha sentido discriminación en alguna de las diferentes fases de búsqueda de trabajo, añade este informe, algo que comienza en las propias entrevistas de trabajo (asegura un 77%), en las que se ha cuestionado tanto su capacidad para manejar las nuevas tecnologías como su posible sobre cualificación, las condiciones salariales o la disposición para trabajar bajo la dirección de personas jóvenes.

Emprendimiento

Así las cosas, las mujeres mayores ni siquiera encuentran un terreno fértil en un campo del emprendimiento dominado fundamentalmente por hombres. También jóvenes. El Mapa del Emprendimiento 2023 elaborado por South Summit con IE University dibuja un rotundo perfil de emprendedor que responde al de un varón (80%), frente a solo dos de cada diez mujeres, con una edad media de 35 años. Esta proporción de 80/20 para hombres y mujeres se ha mantenido prácticamente inamovible en diez años, tal y como señala el informe, en el que se advierte de los estereotipos de género y la falta de apoyo que reciben las mujeres emprendedoras.

Cerca de un millón de trabajadores sénior trabajan por cuenta propia en nuestro país, que ha registrado un incremento de un 48% en el número de autónomos mayores de 55 años en los últimos 20 años, de acuerdo con los datos del ‘III Mapa del Talento Sénior’ del Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación MAPFRE. El envejecimiento de la población, la falta de oportunidades en el mercado laboral tradicional o la disponibilidad de nuevas herramientas tecnológicas son algunos de los factores que han propiciado este crecimiento.

Las empresas fomentan la jubilación anticipada y apuestan por la contratación de jóvenes, que tardan menos de seis meses en encontrar empleo, periodos que superan los dos años en el caso de los mayores, un paro de larga duración del que solo parece ser posible salir si se trabaja por cuenta propia. El emprendimiento se presenta, de este modo, como “una vía crucial para que los profesionales sénior continúen contribuyendo al desarrollo económico y social”, defiende el director del Centro de Investigación Ageingnomics, quien destaca que esta alternativa “permite a estos individuos aprovechar su experiencia y conocimientos para iniciar nuevos negocios, desarrollar proyectos innovadores y ofrecer servicios especializados”.

El Informe GEM España 2023/24 indica que el porcentaje de emprendedores entre 55 y 64 años subió del 3,8% de 2022 al al 4,4% de 2023. Emprender para ganarse la vida porque el trabajo escasea solo era una razón para uno de cada dos hombres que arrancaban un proyecto empresarial (TEA) en 2023, pero seguía siendo el motivo esgrimido por tres de cada cinco mujeres.

Familias monoparentales

El desempleo expone a las familias monoparentales a una vulnerabilidad extrema. Un dato alarmante también porque ocho de cada diez de estas familias se encuentran encabezadas por una mujer. Según el 12º informe Monoparentalidad y empleo de la Fundación Adecco, serían 1.582.100 mujeres en España las que sacan adelante a sus familias sin más ayuda que ellas mismas. Junto a los 362.700 hombres en esta misma situación, el total alcanza 1,9 millones de hogares monoparentales en nuestro país.

El 46,9% de las mujeres al frente de una familia monoparental supera el año buscando empleo y más de la mitad (53,1%) asegura encontrar grandes dificultades para hacer frente a los gastos derivados de la educación de sus menores.

“Estamos ante una alarmante previsión de una próxima generación con menor formación y/o empleabilidad que la de sus progenitoras, que se autodefinen, en su mayoría, como mujeres en alto riesgo de exclusión social”, destaca Begoña Bravo, directora de Inclusión de Fundación Adecco. Y añade: “Si no se abordan las dificultades estructurales que enfrentan corremos el riesgo de dejar atrás a toda una generación, perpetuando un sistema en el que la situación económica de las madres determina el futuro de sus hijos e hijas, y en el que se amplían las brechas sociales”.