Salud mental: un tabú empresarial que es necesario romper
El cuidado de la salud mental de la plantilla es esencial tanto para el bienestar de los trabajadores como para los resultados de la compañía
El estado mental de las personas es uno de esos asuntos de los que apenas se habla y por los que se pasa de puntillas a la hora de evaluar su estado de salud. En los entornos laborales se suele prestar mucha más atención a las cuestiones relacionadas con la salud física de los trabajadores que a posibles desequilibrios emocionales o situaciones como el estrés, la ansiedad o la depresión. Grave error, porque ignorar el cuidado de la salud mental puede acarrear serias consecuencias tanto para la empresa como, por descontado, para el bienestar de los empleados.
Cifras record
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 15% de los adultos en edad de trabajar padece algún trastorno de salud mental. Unas cifras que, traducidas a lenguaje laboral, implican 12.000 millones días de trabajo perdidos y unos costes superiores al billón de dólares anuales en caída de la productividad.
En España, los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones van en la misma dirección. Según sus estimaciones, las bajas motivadas por problemas y trastornos de salud mental entre la población ocupada se han incrementado en un 118% desde 2016. Solo en 2023 se contabilizaron 603.521 bajas laborales por trastornos del comportamiento derivados del trabajo, la cifra más alta registrada hasta hoy.
En 2023 se contabilizaron 603.521 bajas laborales por trastornos del comportamiento derivados del trabajo, la cifra más alta registrada hasta hoy
“En general, en España, todavía no se presta suficiente atención a la salud mental en los entornos laborales, y aunque ha habido avances en la conciencia global sobre la importancia de abordar este tipo de problemas, numerosos estudios confirman que esta cuestión sigue siendo sin abordarse suficientemente en muchas empresas”, denuncia Juan Pedro Sánchez Martínez, director del Área de Bienestar Laboral del Instituto de Seguridad y Bienestar Laboral (ISBL).
Para este especialista las consecuencias de desatender estas cuestiones son potencialmente catastróficas desde un punto de vista empresarial. “El aumento de los problemas de salud entre los empleados lleva a mayor absentismo, mayor número de errores, mayor índice de conflictos, menor productividad, disminución del compromiso y deterioro general del ambiente laboral. A largo plazo, esto puede generar una alta rotación de personal, mayores costes por sustitución de trabajadores, peor competitividad de la empresa y baja satisfacción del cliente final”.
Legislación
La Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales, en su artículo 14, reconoce el derecho de los trabajadores a una protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo, lo que incluye la prevención de riesgos psicosociales. También el Real Decreto 39/1997, de 17 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de los Servicios de Prevención, establece que los servicios de prevención deben evaluar los factores de riesgo psicosocial y proponer medidas para su control.
Más recientemente, la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo dedica un apartado específico a la salud mental, en el que se dice, por ejemplo, que “se desarrollarán acciones dirigidas a conocer las posibles causas de origen laboral en pacientes en edad laboral con diagnóstico de depresión-ansiedad que causan incapacidad laboral tanto temporal como permanente y a diseñar una intervención preventiva en función de los factores laborales identificados”.
Sin embargo, en opinión de los expertos, la aplicación de estas medidas se está quedando corta. “Muchos de los protocolos de vigilancia de la salud suelen centrarse en la salud física, y en la parte psicológica todo es muy superficial. Normalmente, hay un cuestionario en que se pregunta al trabajador si tiene dificultades para dormir, si has notado cambios en el humor, cosas así… Desde el Grupo de Trabajo de Salud Laboral del Colegio de Psicología llevamos años reivindicando que se evalúe de manera rigurosa la salud psicológica y mental de las personas en su entorno profesional, porque es obligación de las empresas cuidarla”, reclama Elisa Sánchez Lozano, directora de Idein.
A falta de métodos oficiales, los compañeros son una de las principales vías para identificar comportamientos anómalos que puedan indicar un problema de salud. También el autodiagnóstico es una poderosa herramienta de detección temprana que puede evitar males mayores en el futuro. ¿Cuáles son las señales que pueden hacer la señal de alarma? Para Elisa Sánchez Lozano, “decaimiento, aislarse de personas o de actividades que antes disfrutábamos, dificultades para dormir, escasa motivación, dolores o molestias inexplicables físicamente, fallos en la memoria, cambios de humor severos, pensamientos y recuerdos obsesivos…”, apunta esta psicóloga. En caso de detectarse estos problemas y de que persistan en el tiempo, esta especialista recomienda buscar ayuda profesional.
El trabajo como desencadenante
La psiquiatría y la psicología tienen identificados los principales problemas vinculados a la salud mental que impactan a las personas en el trabajo. Ansiedad, estrés, ataques de pánico, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de estrés postraumático, trastornos de aprendizaje, trastornos alimentarios, trastornos de personalidad, trastorno bipolar o depresión forman parte de ese cuadro.
A la hora de buscar culpables a este tipo de situaciones, los entornos de trabajo encabezan la lista de sospechosos. Y es que una excesiva presión por lograr los resultados, mandos y compañeros tóxicos o jornadas de trabajo extenuantes son el caldo de cultivo propicio para generar problemas de salud mental.
Albert Valls, responsable del área de Ergonomía y Psicosociología de Quirónprevención, recuerda que el trabajo es, en sí mismo «un elemento protector y enriquecedor para la propia salud mental, toda vez que actúa como un espacio que permite el desarrollo personal y profesional de los individuos en sociedad», Sin embargo, puntualiza este especialista, «cuando las condiciones de trabajo son deficientes, como sucede cuando hay una elevada carga de trabajo, bajas compensaciones, trabajos precarios, exposición a situaciones de violencia física, psicológica o sexual, etc., éstas pueden derivar en riesgos psicosociales y provocar un deterioro progresivo del equilibrio psicológico de las personas trabajadoras». En cuanto a cuáles son los problemas de salud mental más frecuentes relacionados con el trabajo, estos son «los cuadros de ansiedad y las depresiones», dice Valls.
Una excesiva presión por lograr los resultados, mandos y compañeros tóxicos o jornadas de trabajo extenuantes son el caldo de cultivo para los problemas de salud mental
Aunque en muchas ocasiones, estos trastornos vienen propiciados (o alimentados) por situaciones ajenas al entorno laboral. Una separación, un problema familiar, un accidente, un descalabro cómico o sufrir violencia de género en el seno del hogar pueden tener un reflejo directo en los comportamientos en el trabajo de quién sufre este tipo de situaciones. “Una persona puede tener problemas psicológicos de origen extralaboral, pero eso no exime a las empresas de la obligación de cuidar a esos trabajadores”, recuerda Elisa Sánchez. En ese sentido, continúa esta especialista, “ya se están empezando a incorporar mecanismos no tanto de detección, como de reincorporación después de una baja”.
Soluciones
Entre las soluciones que los expertos proponen para combatir esta lacra, Juan Pedro Sánchez Martínez, destaca “implementar programas de prevención que incluyan la evaluación de riesgos psicosociales; proporcionar formación sobre manejo del estrés y fomentar un ambiente de trabajo saludable y equilibrado de manera planificada y sistemática a través de prácticas saludables (liderazgo, conciliación, desconexión, abordar y trascender estigmas o estereotipos, etc.)”.
Desde Quirónprevención, Albert Valls añade un segundo enfoque: el de la promoción de la salud mental. «Se trata de la puesta en práctica de técnicas útiles para las personas para gestionar situaciones de estrés, como las formaciones en gestión del estrés, cursos de primeros auxilios psicológicos, las técnicas de relajación y/o de mindfullnes o la puesta en marcha de programas de atención psicológica dirigida a las plantillas de las empresas».
Los crecientes problemas de salud mental relacionados con el trabajo recuerdan la eterna disyuntiva entre trabajar para vivir o vivir para trabajar. Elisa Sánchez apunta que cada vez más personas, especialmente las nuevas generaciones que se están incorporando ahora el mundo del trabajo, apuestan claramente por la primera. “Hay fenómenos como la renuncia silenciosa, personas que ya no quieren ser jefes ni ocupar puestos de liderazgo, que invitan a la reflexión. En ese sentido, los jóvenes nos están una lección, porque tienen claro que ni quieren que el trabajo sea su vida, ni quieren que el trabajo dañe su salud”.