Paro 2024, luces y sombras
Josep Ginesta, profesor de OBS Business School y secretario general de Pimec
Acabamos de conocer la tasa de paro con la que cierra España el año 2024. Esta se situa por debajo del 11%, una tasa que, a priori, podríamos considerar positiva porque nos sitúa en un número de desempleados (2,6 millones) lejano a los 3 millones que, de forma recurrente, había tenido España. Pero la cifra del paro es un dato primario que necesita ser considerado con otros indicadores para valorar si realmente el comportamiento del mercado de trabajo está siendo favorable y progresa adecuadamente. Y ello porque la tasa de paro es el cociente de la división del número de personas desempleadas, es decir, personas que no tienen empleo y están buscando o bien están dispuestas a trabajar, y el número de personas activas, es decir, la suma de personas empleadas y las paradas.
Por ello, es necesario evaluarlo junto al progreso de la tasa de empleo (qué porcentaje personas trabajan del conjunto de población) y la tasa de actividad (qué porcentaje del total de la población trabaja o está en desempleo). Al final, son tasas que nos describen qué predisposición se tiene para trabajar o transitar al trabajo. Cuando analizamos ambas tasas vemos que España no progresa adecuadamente. Si bien es cierto que hemos reducido el desempleo, la tasa de actividad y de empleo se sitúan muy lejos de la que tienen los países desarrollados con los que deberíamos competir. Es cierto que son tasas que evolucionan en función de la situación económica, pero precisamente en un momento en que nuestra economía crece el triple que la de muchos países y por encima de las previsiones, deberíamos ahondar en que esos indicadores acompañaran al de la reducción de la tasa de desempleo.
Si bien es cierto que hemos reducido el desempleo, la tasa de actividad y de empleo se sitúan muy lejos de la que tienen los países desarrollados con los que deberíamos competir
España ha cerrado 2024 con una tasa de actividad de tan solo del 58,49%, inferior a la del año anterior (Alemania está por encima del 80%, Países Bajos y la media de la UE están por encima del 75%). En cuanto a la tasa de empleo, hemos cerrado 2024 con una cifra del 52,27%, cercana a la de Costa Rica (53.6%) pero muy por debajo de la tasa de Países Bajos o Islandia (por encima del 75%), la zona euro (77,4%) o Alemania (77,4%). Por tanto, la reducción del paro registrado, si bien es positiva porque nos sitúa por debajo del 11%, no progresa como debería por la imperiosa necesidad, como economía, de llevar a más personas a estar disponibles para trabajar, es decir, a convertirlas en población activa. Además, esta cifra de paro es muy superior a la media del desempleo en la UE (5,9%), a la de la zona euro (7,6%) y a la del espacio OCDE (4,9%). La nuestra es de las más altas a nivel global y se encuentra muy lejos de Alemania (3,4%) o incluso de Grecia (9,6%). Y ello ocurre en un país donde el 44% de las empresas expresa tener dificultades serias para cubrir sus puestos de trabajo, según los últimos datos del Banco de España sobre clima y percepción empresarial.
Si nuestra economía progresa por encima de lo previsto y hay expectativas empresariales de seguir generando ingresos deberíamos aprovechar ese tirón
Si nuestra economía progresa por encima de lo previsto y hay expectativas empresariales de seguir generando ingresos deberíamos aprovechar ese tirón, porque la consecuencia de no hacerlo es que se genera un porcentaje demasiado elevado de pasivos en nuestro país, y eso, además de disminuir nuestra competitividad y la capacidad de cubrir las vacantes que requieren las empresas, puede acabar siendo insostenible.
El trabajo de calidad es la mejor política social porque permite autonomía a las personas, que puedan emanciparse, que puedan escribir su historia profesional y personal, forjar valores individuales para reforzar los colectivos. En España hemos ahondado sobre la calidad del empleo. Nuestros indicadores de trabajo indefinido se han incrementado ostensiblemente. El último informe de la OIT indica que España está entre los 10 países con menor desigualdad salarial. Incentivar el trabajo fiscalmente, mejorar la inversión en políticas activas, formar personas, una orientación de calidad y enfocar el sistema de prestaciones hacia el tránsito al trabajo pueden ayudarnos a hacerlo.