Paco Muro: «Tenemos más poder de influencia en nuestros jefes del que creemos»
El presidente de Otto Walter da en su nuevo libro pautas para aprender a gestionar la relación con los superiores

Tratar con los jefes siempre ha sido una cuestión peliaguda que ha atormentado a trabajadores de todas las épocas. Y aunque en algunos casos los mandos parecen el enemigo, si se sabe gestionar esa relación también pueden convertirse en poderosos aliados para los intereses de un profesional. En Cómo influir en los jefes. 10 pasos trabajar y vivir mejor (Empresa Activa, 2025). Paco Muro ofrece una práctica guía para mejorar la relación con los jefes a través de diferentes habilidades.
¿Sabemos tratar con los jefes? ¿Por qué es importante hacerlo?
Algo que no deja de sorprenderme es ver cuánta gente hace esto mal, o muy mal. Yo mismo no era consciente de este aspecto crucial para mi calidad de vida laboral y dejaba la relación con mi superior directo en sus manos sin ocuparme de mi parte. Ni siquiera sabía que la mitad dependía más de mí que de ellos. La persona de tu entorno que más te puede ayudar o más te puede incordiar es precisamente tu jefe, así que… ¡como para no trabajar bien cómo influir adecuadamente hacia arriba!
En el libro dices que el 50% de la relación con los jefes depende de nosotros mismos. ¿Cuáles son los errores más comunes que cometen los empleados en esta interacción y cómo pueden corregirlos?
Como en toda relación la mitad es cosa de uno mismo, y muchos no sólo no se ocupan de su parte, sino que la ejercen mal. Por ejemplo, cuando el jefe decide algo se suele tender a cuestionar y quejarse de entrada, y luego al final, se hace. Pues si lo ibas a hacer… ¿para qué tanta protesta inútil que te deja como un miembro destacado de la tribu de los quejicas? Eso te convierte en «agotajefes» y te hace perder mucho prestigio. Sin querer nos comportamos como el profesional que no querríamos tener con nosotros. No es cuestión de ser sumisos, ni mucho menos, sino de lograr que te hagan más caso, de impulsar cambios, de ganarte al jefe para trabajar y vivir mejor.
La persona de tu entorno que más te puede ayudar, o más te puede incordiar, es precisamente tu jefe
¿Ayuda a enfocar esa relación ser o haber sido jefe de otros?
Pues hay de todo. Hay jefes que tratan a sus jefes como odiarían que lo hicieran con ellos las personas de su equipo. Otros, simplemente se alejan en vez de trabarse al que puede ser su mayor «influencer». Tengas el jefe que tengas, es el mejor que tienes ahora mismo, y no saber jugar bien tu 50% de esa relación a quien más perjudica es a ti. Cuando eres jefe entiendes muchas cosas, pero eso no te hace necesariamente inmune a comportarte luego como un colaborador de máximo prestigio y así lograr muchas más cosas. Hay muchos jefes que dan caña, que tienen jefes que les dan caña, que a su vez tienen jefes que les meten más presión aún. Y cada uno se limita a defenderse de toda esa presión y equivocan la forma de actuar olvidando que sus jefes les necesitan, igual que uno necesita a su equipo. Tienes más poder de influencia en tus jefes del que crees, pero hay que saber canalizarlo por el lado bueno.
¿La capacidad de influir en los jefes se puede aprender?
No es que se pueda, es que SE DEBE aprender, por la cuenta que te trae. Los jefes tienen su ego, sus miedos, sus manías, sus preocupaciones y sufren multitud de cosas que ni pueden contar. Entender cómo influir mejor en ellos, en cada uno según el que tengas y el momento, es una habilidad que se puede adquirir y trabajar. Hay que saber las bases y los secretos, y, una vez conocidas, actuar. Es sorprendente el efecto que se produce cuando se hace lo que toca.
¿Cómo influyen los nuevos modelos laborales, como el teletrabajo o los sistemas flexibles, en esa relación?
Todo está muy bien, si sirve y se usa adecuadamente. Con el teletrabajo, las reuniones digitales y la comunicación por email se pierde mucho «feeling», mucha información y mucho contacto de calidad. Aun así, hay que aprender a entender aún mejor lo que se espera de uno, porque al faltar la conversación de pasillo, el café y esos pequeños encuentros informales que permiten hablar rápido y captar cosas, es fácil «desconectar» y estar trabajando en lo que uno cree que debe hacer, cuando resulta que no era eso o que no era así como se esperaba. Y al final tenemos esfuerzo que no puntúa. Por lejos que esté el jefe, recuerda tu 50%, pide una reunión para aclarar prioridades, manda algún mensaje positivo, déjate ver constructivamente, participa en los encuentros de forma impecable… Y un truco muy útil: aprende de los que influyen mal, porque es más fácil verlo en otros que en uno mismo.
Si tuvieras que destacar una de las 10 claves que mencionas en tu libro como la más importante, ¿cuál sería?
Cumplir los compromisos, dar los resultados pedidos y estar siempre positivos ante cualquier reto que se plantee es una combinación poderosa que sitúa a cualquier profesional a un nivel superior de influencia en sus jefes. Si lo vemos al revés se entiende mejor: no cumplir con tu parte, no dar los resultados esperados y ser negativo ante cada reto y decisión elimina la capacidad de influir de cualquiera. Es como ese pelmazo que hay en toda reunión de comunidad de vecinos, que, se decida lo que se decida, siempre protesta y encima es de los que no suele cumplir con las normas. ¿Qué sucede? Pues que ya nadie le escucha, y, aunque pudiera tener razón, pierde toda su capacidad de influencia.
Cumplir los compromisos, dar los resultados pedidos y estar siempre positivos ante cualquier reto que se plantee es una combinación poderosa que sitúa a cualquier profesional a un nivel superior de influencia en sus jefes
El libro sugiere que no podemos cambiar a nuestros jefes, pero sí nuestra forma de interactuar con ellos… ¿Cómo se hace eso?
Somos dueños de nuestro comportamiento, siempre. Los demás no tienen «poder» de alterarnos; se lo damos nosotros por error. Si te centras más en que tus comportamientos profesionales sean los correctos, pronto verás que eres capaz de sacar más partido a tus jefes, que te hagan más caso o que te dejen más tranquilo. No te dejes llevar, «llévate tú». Eso sí, ejerciéndote bien.
Hay jefes y jefes ¿Cuáles son los más difíciles de manejar?
De acuerdo que hay jefes «imposibles». Para mí entre los peores estarían los sinvergüenzas, luego añadiría los mediocres y los egocéntricos que se creen superiores. He tenido de todos ellos en mi vida profesional, y de todos esos me marché. Con lo que sé hoy, del sinvergüenza me iría igualmente, pero a los otros dos les sabría manejar con mucha más habilidad de la que lo hice en su día. Si te toca lidiar con un jefe que se cree «máster del universo», por ejemplo, hay saber manejar su ego insaciable para que haga más lo que a ti te conviene. Ojalá que tengas «buen rollo» con tus jefes, pero no es cuestión de que te caigan bien, sino de saber emplear tus armas de influencia tengas el que tengas.