Las tribus de LinkedIn: dime cómo son tus contenidos en la red y te diré qué tipo de profesional eres

El estilo y el tipo de contenidos que se postean en LinkedIn marca la manera de relacionarse con el resto de usuarios y la eficacia de la comunicación

Se estima que la cantidad total de usuarios de LinkedIn en el planeta ascendió a 746 millones de personas en 2023, unas cifras que siguen aumentando sin cesar y que se espera lleguen a los 800 millones en 2026. En otras palabras, todo el mundo con algo que contar en el mundo de los negocios está en LinkedIn y usa esta red social profesional para trasladar su mensaje. Pero destacar en un marketplace de semejantes dimensiones y con tantos ‘competidores’ tratando de dejar su huella con sus contenidos no resulta fácil. Por esa razón, cada cual intenta impactar con sus contenidos de la mejor manera que sabe y puede. Y no todas esas formas son iguales.

Para Inge Sáez, especialista en estrategias de marketing en LinkedIn, existen una serie de estilos muy marcados en esta red profesional, que se podrían agrupar en cuatro grandes categorías. “En primer lugar, están los egocéntricos. Se les reconoce muy fácilmente porque solo hablan de sí mismos. Si te metes en sus contenidos, te das cuenta de que ahí no hay nada para ti”, señala.

Un segundo perfil estaría conformado por los que Sáez denomina perfiles «currículum vitae”. “Son los que te cuentan con todo detalle dónde han estudiado, dónde han trabajado y los cargos que han ocupado en sus empresas. Se diría que son profesionales que están buscando trabajo todo el tiempo”, dice esta experta.

En un tercer grupo vendrían los “spamadores”. Estos se caracterizan por se toman al pie de la letra lo de que LinkedIn está concebida para hacer negocios, y por esa razón tratan de hacerlos con todo el mundo y en todo momento. “Algunos te están mandando spam incluso ya desde la invitación a conectar. Te dicen: quiero que formes parte de mi red porque tengo algo para venderte”, ilustra Sáez.

A los egocéntricos se les reconoce muy fácilmente porque solo hablan de sí mismos. Si te metes en sus contenidos, te das cuenta de que ahí no hay nada para ti. Inge Sáez, especialista en marketing para LinkedIn

Aportar valor

Según esta especialista, ninguno de estos tres estilos es una buena manera plantearse la presencia en LinkedIn ni de sacar provecho a una red que, bien usada, puede abrir muchas puertas. “¿Cuál sería una buena forma de comportarse este ecosistema? “Aquella en la que demuestras que no estás ahí exclusivamente para venderte o para vender, sino para conversar, aportar y aprender”, resume. La clave, indica, está en usar LinkedIn para “explorar aquellas formas en las que tus productos o servicios pueden ayudar a otros y en las que los productos y servicios de otros usuarios te te pueden ayudar a ti”.

Dime que estilo tienes…

Elegir un estilo u otro para comunicarnos por este canal no es algo que convenga tomarse a la ligera porque, recuerda Sáez, “nuestra red va a interpretar la clase de persona y de profesional que somos a partir de los contenidos que publicamos”. Esta profesional advierte contra el peligro de abusar de trucos como la búsqueda del “like” fácil a través de contenidos emocionales, y aconseja adoptar una estrategia que combine la emoción y la inspiración con el negocio. “LinkedIn es una red profesional y en ella estamos para obtener un retorno, porque si solo estamos ahí para pasar el rato, yo prefiero emplear mi ocio en ir a tomarme un helado o al cine”.

¿Cuál es la clave del éxito en el universo LinkedIn? Según Inge Sáez, lograr que todas las partes ganen, para lo cual recomienda adoptar un enfoque de lo que ella denomina “autenticidad estratégica”. “Tiene que haber un win-win. Yo aporto valor, pero también lo recibo. Porque gracias a esos contenidos que posteo, recibo visitas, me posiciono en el mercado y eso, al final, se traduce en negocio y en ventas”.

Nuestra red va a interpretar la clase de persona y de profesional que somos a partir de los contenidos que publicamos

Las otras tribus de LinkedIn

Los sentimentales. Sus contenidos tienen disparados los niveles en azúcar en sangre. En ellos abundan las vivencias transformadoras, los agradecimientos a la vida, la exaltación de los sentimientos y los mejores propósitos. Son imanes para los likes y los emoticonos de corazón.
Los orgullosos. Orgullosos no. ¡Orgullosísimos! De pertenecer a la mejor empresa del mundo, al mejor departamento del planeta y de tener los mejores compañeros/alumnos/clientes/colaboradores del Universo. Y lo demuestran con posts en los que relatan el éxito sin precedentes de la última reunión de equipo, taller formativo, convención de ventas o evento corporativo. Y, por supuesto, con  fotos de grupo plagadas de sonrisas y pulgares levantados.
Los pasivo-agresivos. Esta tribu sabe cosas que los demás no sabemos y, como esa ignorancia les resulta irritante, nos reprenden por ella. En sus interacciones nos dejan muy claro quiénes son, qué son, por qué hacen lo que hacen y nos aleccionan sobre el tipo de interacciones que podemos y no podemos tener con ellos.
Los reflexivos. Tienen tiempo libre y lo destinan a escribir largas peroratas sobre la vida y la muerte (profesional). A diferencia de los pasivo-agresivos, los miembros de esta tribu no regañan, aunque sí muestran su desazón por la falta de sintonía/empatía/sentido común que muestran las organizaciones y las personas que trabajan en ellas. A veces, con mucha razón.
Los guadianas. Sabes si les va mejor o peor en el plano profesional por la consistencia de su presencia en la red. Si pasan largos periodos de tiempo desaparecidos, posiblemente es que hayan estado ocupados y con cosas más importantes entre manos que andar posteando tonterías. Si un buen día reaparecen y empiezan a publican con frecuencia, puede que sea porque haya más tiempo disponible o porque necesitan mayores niveles de exposición.
Los “cómo molas”. No suelen redactar muchos contenidos propios, pero les gusta ver los de otros y comentarlos en términos laudatorios. En sus respuestas abundan los “eres un crack”, “me encanta”, “siempre acertado” o “gracias por tanto”.
Los líderes. Categoría de élite, reservada a presidentes, CEOs, gurús y equivalentes. Sus post son lacónicos, a veces consisten en una infografía o un video muy inspirador. Y sus mensajes escritos destilan humanidad, conexión y elevación espiritual. Son seguidos por una legión de “cómo molas”, a los que arrancan toneladas de “likes”.
Los demandantes. Piensan que han entablado un vínculo contigo, por eso comentan todas tus interacciones y exigen reciprocidad. ¡Ay de tí como no des un like a su último comentario o no les agradezcas que haya recomendado o compartido el tuyo.
Los cerebros. Son cabezas privilegiadas (a veces, muy privilegiadas), y en sus contenidos proliferan las explicaciones técnicas sobre proyectos, trabajos, descubrimientos, etc. Si no se pasan de frenada con los tecnicismos y consiguen que sus explicaciones desciendan hasta la capacidad de comprensión de un niño de 4 años, pueden resultar realmente interesantes.
Los instagramers. Siguen la máxima de que una imagen vale más que cualquier cualquier número de palabras que puedan escribir. Sobre todo, si la imagen es de ellos. Por esa razón, sus contenidos no destacan por unos textos muy elaborados, sino que están protagonizados por fotografías en las que se les ve a ellos: ellos haciendo una presentación con un micro de diadema, ellos firmando libros, ellos participando en una tertulia radiofónica, ellos impartiendo un curso, ellos en una fiesta posando con un famoso o, simplemente, ellos en una instantánea en la que salen particularmente agraciados.
Los generosos. Este tipo de usuarios comparten con su red de contactos sus conocimientos en forma de trucos, recomendaciones o artículos acerca de temáticas profesionales muy diversas. Desde consejos para redactar buenos promp para ChatGPT hasta pautas para construir una buena red de contactos en LinkedIn sin quemarla. Son un auténtico regalo en LinkedIn.