Formación sénior: qué y para qué estudian los mayores de 55
Mejorar la empleabilidad, actualizar las habilidades o mantenerse intelectualmente activos, principales motivaciones para volver a las aulas
La formación de los mayores de 55 años ha sido una de las facetas analizadas en el V Barómetro del Consumidor Sénior, elaborado por el Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre. Su director, Juan Fernández Palacios, nos ofrece algunas claves del perfil, las motivaciones y el tipo de estudios al que accede este colectivo.
-¿Qué porcentaje de la población sénior realiza estudios universitarios o formativos y cuáles son sus principales motivaciones?
-Según el V Barómetro del Consumidor Sénior actualmente solo el 3% de los mayores de 55 años está cursando algún tipo de formación reglada.
Una de las principales motivaciones está relacionada con la empleabilidad. Según nuestro IV Mapa de Talento Sénior, tener estudios universitarios facilita el acceso al trabajo y reduce el riesgo de desempleo; de hecho, más del 40 por ciento de las ocupadas sénior poseen un título universitario. Además, las tasas de empleo en la población de 55 a 64 años se duplican para quienes tienen estudios superiores, en comparación con niveles educativos bajos, según datos del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes. Asimismo, algunos sénior eligen la formación como una vía para mantenerse intelectualmente activos, especialmente después de la jubilación, buscando nuevos retos o intereses personales.
-¿Cuál sería el perfil mayoritario del sénior que realiza formación? ¿Hombre o mujer, edad media, parados, emprendedores…?
-El perfil mayoritario del sénior que realiza formación viene dado principalmente por su edad y nivel educativo, más que por una cuestión de género. El barómetro revela que un 6% de los mayores entre 55 años y 59 años están realizando formación, el doble que la media de todo colectivo, lo que indica que la mayoría de los sénior en formación están en etapas relativamente tempranas. De ahí podemos deducir que una parte significativa de los mayores de 55 años que se forman están buscando mejorar su empleabilidad o habilidades profesionales. Finalmente, según nuestros datos, entre los sénior que ya cuentan con estudios previos el porcentaje de los que siguen formándose asciende al 5%.
-¿Qué tipo de estudios son los que buscan principalmente?
-No creo que haya una tipología única de estudios que los sénior busquen, en mayor medida dependerá de sus intereses personales y objetivos. En general, se enfocan en cursos que les permitan mantenerse actualizados con las nuevas demandas del mercado laboral. Estas formaciones incluyen desde estudios universitarios hasta cursos técnicos o específicos en áreas como tecnología, gestión empresarial o salud. Por otro lado, también existe un grupo significativo que elige la formación como una vía para mantenerse intelectualmente activos en su etapa post-laboral, buscando estudios relacionados con sus intereses personales o hobbies.
El aprendizaje no solo aporta nuevas habilidades, sino que también contribuye al bienestar emocional y al enriquecimiento personal
-¿Cree que en España hay una oferta adecuada para estos perfiles? En general, ¿qué podemos encontrarnos tanto en la universidad como en otros ámbitos formativos?
-En España, la oferta formativa especializada en sénior está creciendo progresivamente, aunque sigue siendo limitada en comparación con otros segmentos de la población. Las universidades, en general, están comenzando a incorporar programas específicos para este colectivo, con iniciativas como los programas de formación continua o las universidades para mayores, que suelen centrarse en el desarrollo cultural, social y académico, pero no siempre están alineadas con las demandas del mercado laboral actual. Para los perfiles sénior que buscan especialización o actualización en sectores específicos, como tecnología, sostenibilidad o gestión empresarial, las opciones universitarias son más reducidas. Aunque es cierto que, según el V Barómetro del Consumidor Sénior, el colectivo sénior está cada vez más digitalizado, lo que les facilita acceder a opciones de formación online, esta oferta no siempre es suficientemente accesible para aquellos que enfrentan barreras tecnológicas o que buscan formación específica adaptada a su experiencia y objetivos.
-¿Y en otros ámbitos formativos?
-En otros ámbitos formativos, como la Formación Profesional, las alternativas para mayores de 55 años son escasas, aunque algunos ciclos formativos y cursos específicos pueden ser accesibles para este público. Sin embargo, donde se observa un crecimiento más notable es en los cursos especializados y en las iniciativas de reciclaje profesional, especialmente en sectores que experimentan un rápido cambio tecnológico. Los bootcamps y programas intensivos, aunque más orientados a públicos jóvenes, están comenzando a ser valorados por personas mayores de 55 años que buscan adquirir habilidades prácticas en áreas como el manejo de herramientas digitales, análisis de datos o gestión de proyectos.
A pesar de estos avances, los retos son significativos. Muchos de estos programas no están diseñados específicamente para las necesidades de personas mayores de 55 años, quienes a menudo requieren enfoques pedagógicos más flexibles y personalizados, así como un apoyo adicional para la integración de competencias digitales.
Las compañías aprecian la disposición a seguir formándose, ya que demuestra una mentalidad proactiva y adaptativa a las demandas del mercado
-¿Funcionan los planes de formación para mayores a la hora de buscar o cambiar de empleo? ¿Valoran las empresas esta actitud y disposición?
-Claro que funcionan, especialmente cuando están alineados con las necesidades del mercado laboral actual. Como comentaba antes, quienes poseen estudios universitarios tienen mayores oportunidades de acceder a puestos de trabajo y reducir el riesgo de desempleo, lo que demuestra que la formación sigue siendo un activo valioso para la empleabilidad sénior, especialmente en sectores que requieren competencias digitales o habilidades específicas.
Respecto a si esta actitud es valorada por las empresas, por supuesto. Las compañías aprecian de estos empleados, a parte de su gran experiencia, la disposición a seguir formándose, ya que demuestra una mentalidad proactiva y adaptativa a las demandas del mercado, lo que, a su vez, contribuye al propio negocio.
Además, los planes de formación no solo sirven para acceder a un nuevo empleo, sino que también pueden ser una herramienta valiosa para emprender o consolidar proyectos personales. Para muchos sénior, la formación es una vía para desarrollar nuevas iniciativas empresariales o afianzar proyectos que ya tienen en marcha, lo que les permite aprovechar su experiencia y conocimientos en nuevas áreas de interés.
-¿Qué consejo les daría a las personas sénior a la hora de elegir algún plan de formación?
-Primero recomendaría empezar por reflexionar sobre sus objetivos: ¿mejorar su empleabilidad?, ¿emprender un proyecto?, ¿aprender por el simple placer de hacerlo? A partir de ahí, es importante centrarse en áreas relevantes y alineadas con las tendencias del mercado, como las habilidades digitales, idiomas o certificaciones específicas que complementen su experiencia laboral.
La formación online es una buena opción, especialmente porque, según el V Barómetro del Consumidor Sénior, un alto porcentaje de séniores utiliza plataformas digitales con regularidad. Esto facilita el acceso a cursos de calidad desde casa y permite adaptar el ritmo de aprendizaje a sus necesidades. También es recomendable investigar programas subvencionados por instituciones públicas o privadas, que pueden reducir los costos de la formación y abrir nuevas posibilidades.
En este punto, la flexibilidad también es clave: elegir planes de formación con horarios adaptables o modalidades híbridas puede facilitar la conciliación con otras responsabilidades o intereses. Además, es importante considerar la formación como una oportunidad para ampliar redes de contacto, ya que muchas veces estos programas incluyen actividades que permiten conectar con otros profesionales o emprendedores.
Por último, mantener una mentalidad abierta y curiosa es esencial. El aprendizaje no solo aporta nuevas habilidades, sino que también contribuye al bienestar emocional y al enriquecimiento personal.