Sobrecualificación: el desajuste entre la universidad y un mercado laboral limitado

La estructura productiva española parece incapaz de generar suficientes puestos cualificados para absorber el volumen de titulados

Grados, dobles y hasta triples grados, másteres, doctorados, estancias en el extranjero, idiomas, cursos de especialización, de actualización. Todo parece poco y nada suficiente en un entorno laboral cambiante y muy competitivo que, sin embargo, muestra una cierta incapacidad estructural para absorber un elevado volumen de perfiles altamente cualificados. Miles de titulados se ven abocados año tras año a una sobrecualificación en sus puestos de trabajo.

La demanda de empleos de alta cualificación excede la oferta por parte de las empresas y convierte a España en el país con mayor sobrecualificación de la Unión Europea. Más de uno de cada tres (35,8%) de los graduados superiores ocupados de entre 20 y 64 tienen puestos de baja cualificación, frente a un 21,9% de media en nuestros países vecinos, revela el Informe CyD 2024. En países como Luxemburgo, Dinamarca, Chequia, Croacia, Suecia o Países Bajos se sitúa incluso por debajo del 15%.

Para analizar el fenómeno de la sobrecualificación se han combinado los datos de los contratos realizados a los graduados universitarios y la categoría ocupacional en la que se les inscribe. Según la estadística de Indicadores de afiliación a la Seguridad Social de los egresados universitarios del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, los mayores niveles de sobrecualificación (entendida como el porcentaje de afiliados que son clasificados en grupos de cotización que no pertenecen a los titulados universitarios) se registran en los sectores de Servicios (deportes, turismo y hostelería), el de Ciencias Sociales, Periodismo y Documentación y el de Negocios y Administración y Derecho.

Los menores desajustes, por el contrario, corresponden a los campos de la Salud o las Ingenierías, que sufren en general una mayor escasez de profesionales. De hecho, el mayor encaje entre el nivel universitario y el grupo de cotización se registra en el sector de la Salud, con casi nueve de cada diez egresados (89,7%). También resulta claramente menor para los titulados en un máster oficial, donde el porcentaje de personas no sobrecualificadas asciende al 77%, 15 puntos más que en el grado, indica Montse Álvarez, miembro del gabinete técnico de la Fundación CyD.

Más de un tercio de los graduados superiores ocupados de entre 20 y 64 tienen puestos de baja cualificación, frente a solo una quinta parte de la UE

Todo esto no quiere decir, sin embargo, que la educación superior sea una misión fallida o irrelevante a nivel de expectativas profesionales y salariales, ya que los datos muestran una renta media para los graduados superiores españoles de 27.101 euros, es decir, un 64,7% más que las personas que tienen estudios obligatorios como máximo y un 34,8% por encima de los ingresos de los graduados en estudios postobligatorios no universitarios. Salarios, eso sí, bastante inferiores a los de la Unión Europea, que registra una media superior a los 31.400 euros para los titulados universitarios.

Cotizaciones universitarios
Fuente: Fundación CyD

Talento joven desperdiciado

El problema tiene un notable impacto en el talento joven, ya que una excelente formación facilita a corto plazo la entrada al mercado laboral, pero con el tiempo se puede traducir en frustración, rotación y pérdida de compromiso si no se equilibra esa formación alcanzada con el rol y las expectativas personales.

“En ocasiones el talento joven realiza funciones por debajo de su formación para enriquecer su perfil con la experiencia profesional, pero si no se equilibra se traduce en una insatisfacción que impacta en su productividad y aumenta la sensación de escaso desarrollo profesional”, advierte Sara Álvarez, Talent Acquisition Manager del Grupo Adecco.

España ocupa el octavo lugar de la UE en cuanto a porcentaje de graduados superiores entre la población ocupada y, sin embargo, la proporción de ocupaciones de alta cualificación es la cuarta más baja. Una disparidad que muestra las dificultades de la estructura productiva española a la hora de generar suficientes puestos de alta cualificación y de absorber, de este modo, a los graduados superiores que egresan del sistema educativo.

Servicios, Ciencias Sociales, Negocios y Administración son los sectores con más personal sobrecualificado

Existe otro tipo de desajuste que se genera entre los conocimientos y competencias de los titulados en enseñanzas universitarias y los requerimientos de los empleadores, un fenómeno que apunta a una cierta sobreestimación de la cualificación de nuestros graduados, indica el Informe CyD. Y, finalmente, se detecta también un desajuste entre los campos de estudio que escogen los estudiantes y las necesidades reales del mercado laboral.

Todo ello supone un nuevo reto en la gestión del talento, que provoca que ya no se valoren a los perfiles únicamente por su formación, sino también por sus competencias, su motivación, su interés y alineación cultural con la empresa, señala Sara Álvarez.

Orientación para la formación

El joven talento tiende además a continuar su formación para diferenciarse especialmente en áreas donde se producen los mayores desequilibrios entre la oferta y la demanda. El Informe CyD revela que casi siete de cada diez (67%) graduados superiores realiza actividades de formación permanente, con una mayor proporción de mujeres, jóvenes y desempleados.

La clave reside en saber en qué hay que formarse para poder abrir o multiplicar las posibilidades de empleo. “Existen formaciones donde hay un alto volumen de graduados, donde la competencia es alta y es complicado el acceso incluso a posiciones sin experiencia, como pueden ser las áreas de Derecho, Marketing y las carreras humanísticas”, señala la responsable del Grupo Adecco, mientras que “en las carreras del área de salud, matemáticas, ingeniería, tecnología, ciberseguridad, data, etc. no existe mucha sobrecualificación, ya que su empleabilidad es muy alta y se trata de un talento muy especializado”.

En este contexto, Sara Álvarez considera necesario un mayor acercamiento de la empresa y el mercado laboral a estudiantes no solo de la Universidad o FP, sino en etapas más tempranas, para ayudar a una toma de decisión más consciente sobre los estudios a seguir. Reforzar el área de orientación laboral, fomentar el desarrollo de competencias como la adaptación al cambio, el pensamiento crítico, la curiosidad, la comunicación, la colaboración, la vocación de servicio o la orientación a resultados serían otras de las acciones necesarias.

“Incentivar y animar a formarse en áreas donde la oferta y la demanda no estén equilibradas. Impulsar más programas que ayuden a la conexión entre educación y empresa para adquirir experiencias laborales reales, que enriquezcan el perfil de nuestro talento joven. Estas serían algunas posibles soluciones a explorar”, añade.