El futuro del (tele)trabajo
El teletrabajo está en constante desarrollo, y será fundamental seguir explorando y adaptándose a esta nueva realidad
Que la transformación digital ha revolucionado el panorama laboral en los últimos años no es un secreto, y ya es un tema habitual y recurrente dentro de los ámbitos empresariales, industriales y corporativos. Este proceso, acelerado por la pandemia de la COVID-19, ha llevado a la adopción masiva del teletrabajo y del trabajo en remoto, cambiando radicalmente la manera en la que concebimos las oficinas, los inmuebles, la conciliación y el propio trabajo. Este nuevo paradigma no solo afecta la forma en que trabajamos, sino que también plantea un desafío y una oportunidad en términos de sostenibilidad.
El teletrabajo se ha convertido en una opción viable para muchas empresas y empleados. Con herramientas digitales que permiten la colaboración a distancia, muchas compañías han descubierto que pueden mantener —e incluso mejorar— su productividad sin necesidad de una infraestructura física amplia, incluso pudiendo contar con talento procedente de cualquier lugar del planeta. Empresas que antes requerían de grandes inmuebles, principalmente en grandes capitales, han optado por modelos híbridos, lo que les permite reducir costes sin sacrificar la calidad del trabajo, aumentando así sus beneficios.
Esto ha generado un impacto significativo también en los trabajadores, permitiéndoles flexibilidad y una mejor conciliación, reduciendo tiempo y gastos derivados de los desplazamientos, y el consecuente impacto negativo sobre el medioambiente. La disminución de la necesidad de grandes espacios reduce la huella de carbono asociada con la iluminación, climatización y mantenimiento de los edificios iluminados, o la eficiencia energética de los edificios, impulsada por tecnologías como el IoT (Internet de las Cosas). Por otro lado, la transformación digital también promueve prácticas más sostenibles al permitir la digitalización de documentos, lo que reduce el consumo de papel y recursos. Dicho lo cual, parece que el teletrabajo se presenta como la panacea del siglo XXI y se ha logrado el ansiado equilibrio entre el triángulo de los beneficios empresariales, el bienestar de los trabajadores y la sostenibilidad medioambiental.
Con herramientas digitales que permiten la colaboración a distancia, muchas compañías han descubierto que pueden mantener —e incluso mejorar— su productividad sin necesidad de una infraestructura física amplia
Oficina del futuro
El concepto de «oficina del futuro» también está evolucionando. Ya no se trata solo de un espacio físico, sino de un ecosistema que favorece la colaboración, la innovación y el bienestar de los empleados. Las empresas están invirtiendo en tecnologías que faciliten el teletrabajo, al mismo tiempo que diseñan espacios flexibles para quienes prefieren la interacción física. Esto no solo optimiza el uso del espacio, sino que también promueve un enfoque más holístico hacia el trabajo, favoreciendo la salud mental y la sostenibilidad.
Así, con la creciente popularidad del trabajo en remoto, surgen nuevas preguntas: ¿Qué pasará con los inmuebles existentes? ¿Es posible mantener la cultura de la empresa con todos los trabajadores teletrabajando? ¿Llegará el momento de volver a las oficinas de manera definitiva? Primero, debemos reflexionar sobre el destino de los inmuebles existentes. A medida que más empresas incorporan permanentemente el trabajo en remoto, es probable que una proporción significativa de oficinas se convierta en espacios infrautilizados, lo que podría llevar a una reducción en la demanda de estos espacios, y que tendría un impacto negativo en el valor dentro del mercado inmobiliario. No obstante, algunos edificios podrían transformarse en espacios polivalentes, adaptando su uso a nuevos tipos de trabajos o actividades, mientras que otros podrían quedar abandonados. La segunda cuestión, el trabajo en remoto plantea la pregunta sobre la viabilidad de mantener la cultura «corporate» en un entorno virtual, ya que tal cultura organizacional se construye, en gran parte, a través de interacciones sociales, «cara a cara» y experiencias compartidas.
La «oficina del futuro» ya no es solo de un espacio físico, sino un ecosistema que favorece la colaboración, la innovación y el bienestar de los empleados
Con todos los colaboradores teletrabajando surge el riesgo de que los lazos personales se debiliten, así como la comunicación y el sentimiento de pertenencia (o engagement) disminuyan. Las empresas tienen el desafío añadido de encontrar formas creativas de fomentar la colaboración y mantener vivas sus tradiciones, utilizando herramientas digitales y promoviendo encuentros programados, ya sea de forma presencial o virtual. Y, en tercer lugar, la cuestión acerca de la vuelta a las oficinas de manera definitiva es compleja. Si bien muchas organizaciones están optando por un modelo híbrido que combina el trabajo presencial y el remoto, otras pueden decidir mantener espacios de oficina más pequeños que se utilicen para reuniones ocasionales y colaboraciones. La experiencia adquirida en estos últimos años parece indicar que el futuro del trabajo no se basará en el retorno total a las antiguas dinámicas, sino en la búsqueda de un equilibrio que beneficie tanto a trabajadores como a empresas, aunque hay otras voces —y ejemplos de grandes corporaciones— que vaticinan la vuelta a la presencialidad total y que podría marcar el principio del fin de la era del teletrabajo.
Las empresas tienen el desafío añadido de encontrar formas creativas de fomentar la colaboración y mantener vivas sus tradiciones, utilizando herramientas digitales y promoviendo encuentros programados, ya sea de forma presencial o virtual
La interrelación entre transformación digital, teletrabajo, sostenibilidad y el futuro de las oficinas e inmuebles es innegable. A medida que las empresas se adaptan a este nuevo entorno laboral, tienen la oportunidad de redefinir su papel en la sociedad, no solo al maximizar la eficiencia operativa, sino también al contribuir a un futuro más sostenible. La transición hacia un modelo de trabajo más flexible y menos dependiente de grandes infraestructuras puede llevar a un entorno laboral más respetuoso con el medioambiente, un objetivo que todas las organizaciones deberían perseguir en este nuevo siglo.
En conclusión, el futuro del trabajo está en constante desarrollo, y será fundamental seguir explorando y adaptándose a esta nueva realidad.