El cómic y el videoclip como recursos de formación

El arte de aprender con alma: una revolución pedagógica desde Dewey hasta el Thriller de Michael Jackson

El cómic y el videoclip como recursos de formación.

¡Piensa en un aula, una oficina o un máster donde el hastío no tiene cabida, donde cada persona siente que el conocimiento le corre por las venas! Hoy, cuando, según la OCDE, el 65% de los chicos de secundaria en países desarrollados confiesan estar aburridos, y, de acuerdo a  la UNESCO (2022), el 17% de los jóvenes latinoamericanos dejan la escuela, está claro que algo falla.

Esos métodos de antaño, con libros interminables y repeticiones sin sentido, no solo aburren a los estudiantes, sino que también dejan a los profesionales estancados. Pero hay esperanza: las ideas de John Dewey, María Montessori, Henry Jenkins y James Paul Gee, renovadas con formatos como el cómic o el videoclip, pueden devolverle la chispa al aprendizaje. ¿Te imaginas que una viñeta o una melodía sean la clave para que el saber se quede grabado, ya sea en un aula o en un puesto de trabajo?

Las ideas de John Dewey, María Montessori, Henry Jenkins y James Paul Gee, renovadas con cómics y vídeos musicales, pueden devolverle la chispa al aprendizaje

Dewey me abrió los ojos hace tiempo: aprender no es llenar la cabeza de datos, sino vivir lo que estudias. Él decía que la educación es la vida misma, no un ensayo para algo que vendrá después. Montessori, con su genio, mostró que los niños descubren el mundo tocándolo, sin que nadie les diga cómo. Luego llegó Jenkins, con esa idea loca pero brillante de que los cómics y los videoclips no son solo diversión, sino puertas al conocimiento. Y Gee, con su libro sobre videojuegos, me convenció de que si algo te emociona, lo aprendes de verdad. ¿Por qué no usar estas lecciones para cambiarlo todo, desde la escuela hasta la empresa?

Los números no engañan: en Harvard descubrieron que el 70 % de los estudiantes se olvidan del 90 % de lo que memorizan para un examen (2020). ¡Es una locura! Pero, en un cómic como Maus no solo lees sobre el Holocausto, lo sientes en cada trazo, como si estuvieras ahí. O en un vídeo como Thriller de Michael Jackson, donde en 13 minutos te mete en una historia que te enseña ritmo, cultura y narrativa sin que te des cuenta. Eso es aprender con alma, y no solo para críos, sino también para quienes buscan crecer en su carrera.

En Harvard descubrieron que el 70 % de los estudiantes se olvidan del 90 % de lo que memorizan para un examen

El poder de ver y escuchar

¿Por qué nos atrapa más una imagen que un párrafo seco? Porque el cerebro está hecho para eso: el 90% de lo que absorbemos entra por los ojos, y las imágenes despiertan zonas como el hipocampo, donde se guarda lo que importa (Medina, 2008). En El pequeño salvaje de Truffaut, Victor, un niño perdido en su mundo, no entendía palabras, pero sí gestos y cosas que podía tocar. Su maestro decía que sin sentir, no hay saber. Montessori lo tenía claro: la mano guía a la mente. ¿Y si le hubiéramos dado un cómic a Victor?

Un estudio de Stanford (2021) encontró que los adultos en programas de formación retienen un 35% más con métodos audiovisuales que con textos puros, y el 80 % aplica esas ideas en su trabajo porque las siente vivas

“La entropía termodinámica mide el caos creciente en un sistema aislado mientras las partículas se desordenan”. Suena a trabalenguas, ¿verdad? Pero si lo dibujas en un cómic —moléculas corriendo como locas en una pista de baile, chocando y desparramándose—, lo pillas al instante. Jenkins diría que las imágenes no solo explican, sino que te enganchan. El cerebro lo agradece con una sonrisa.

Y esto no se queda en el colegio. Estas técnicas podrían revolucionar la formación empresarial y los másteres. Imagina un taller para empleados donde un cómic explique la gestión de equipos como una aventura de superhéroes, cada viñeta mostrando cómo liderar bajo presión. O un módulo de un MBA con un vídeo musical que desglose estrategias de marketing con ritmo y metáforas visuales, como “Rock Me Amadeus” hace con la vida de Mozart. Un estudio de Stanford (2021) encontró que los adultos en programas de formación retienen un 35% más con métodos audiovisuales que con textos puros, y el 80 % aplica esas ideas en su trabajo porque las siente vivas. Esto significa profesionales que no solo aprenden teorías, sino que las llevan al día a día con creatividad y fuerza. ¿No es eso perfecto para un mundo laboral que pide innovación constante?

En colegios, Persepolis enseña la Revolución Iraní con dibujos, y un estudio de Stanford (2019) dice que los chicos recuerdan un 40% más así que con pesados libros. Y los vídeos musicales son pura dinamita. “Viva la Vida” de Coldplay te lleva a la Revolución Francesa con reyes que caen y tambores que rugen. “Like a Prayer” de Madonna te mete en el arte religioso con cruces y luz. Y luego está “Rock Me Amadeus” de Falco (1985): esa canción te lanza a la Viena de Mozart, con su aire barroco y un ritmo que te sacude. Dice “Era un genio, un rebelde, vivía en la gran ciudad” y “¡Vamos, sacúdeme, Amadeus!”. Habla del Mozart real —un músico excéntrico que revolucionó todo entre 1756 y 1791—, y las imágenes de pelucas y teclados te hacen sentir su época. “El honor es un cristal que un soplo puede quebrar”, decía Lope de Vega. Bonito, pero lejano. Ahora imagina un vídeo: un vidrio estallando con una música que te eriza la piel, cada fragmento brillando en cámara lenta. Eso no se olvida. García Márquez lo sabía: el texto necesita vida, color, magia.

Un camino nuevo

Traer a Dewey, Montessori, Jenkins y Gee al presente es apostar por lo que vemos y oímos. El cómic y el vídeo musical no son jueguitos: son caminos para que el estudiante o el profesional quieran saber más. Si seguimos con métodos viejos, perderemos a los que vienen detrás, ya sean escolares o trabajadores. Pero con historias dibujadas y canciones que resuenan, como Maus, Thriller o Rock Me Amadeus, el aprendizaje será un viaje que no querrán dejar, especialmente en un mundo laboral que exige mentes vivas y preparadas. ¿Y no es eso lo que siempre soñamos?