Carlos Molina: «El éxito no es cuestión de tener una idea genial, sino de remar como locos durante años»
El analista de startups advierte en su libro de que emprender no es tan bonito como lo pintan en las películas (y en algunas escuelas de negocios…)

Las historias de esos emprendedores de Silicon Valley, que levantaron imperios desde un garaje armados únicamente con su talento y un indómito deseo de cambiar el mundo proliferan en la literatura empresarial, los cursos de management y las charlas de gurús. Pero, ¿cuanto de verdad y cuánto de leyenda hay en ellas? En Las cinco mentiras de Silicon Valley. Como emprender sin ahogarse en falsos mitos (Ediciones Deusto, 2025), el ingeniero de telecomunicaciones y editor de MultiVersial Carlos Molina desmonta algunos de esos mitos que contaminan la narrativa emprendedora y pueden provocar frustración en muchos emprendedores de la ‘vida real’.
¿Silicon Valley es una inspiración o una maldición para los emprendedores de todo el mundo?
Primero es una inspiración total para todo emprendedor. Te venden la idea de que no hay límites, que cualquiera puede triunfar sin importar de dónde venga. Y claro, al principio lo compras: los garajes míticos, los genios autodidactas, los éxitos de la noche a la mañana… Pero luego te das cuenta de que muchas de esas historias están construidas a posteriori para encajar en una narrativa de Hollywood. Es más fácil vender la imagen del emprendedor que pasó de cero a unicornio, que la del tipo muy inteligente educado en las mejores universidades con buenos contactos, experiencia y un mercado propicio. Y ahí es cuando se convierte en una maldición: te comparas con una historia maquillada y empiezas a frustrarse porque tu camino no se parece en nada a ese cuento de hadas.
Las historias que nos llegan desde allí a veces rozan la caricatura: los garajes, las piscinas, las bicicletas, las mesas de ping pong… ¿Por qué tiene tanto éxito esa narrativa?
Porque vende. Porque es aspiracional. Porque nos encanta creer que el éxito es cuestión de tener una idea genial y no de remar como un loco durante años. Nos flipa la imagen del chaval que empieza en un garaje y acaba en la portada de Forbes. Es una narrativa redonda, perfecta para las películas. Pero en realidad, la mayoría de los que triunfan en Silicon Valley tenían acceso a buenas universidades, redes de contactos y capital desde el día uno. Lo que pasa es que eso no es tan sexy para contar.
Le das mucha importancia a la experiencia del fracaso. ¿Por qué es tan importante escuchar lo que tiene que decir quien no lo logró y por qué preferimos no escucharlo?
Porque, aunque nos creemos especiales, en realidad todos seguimos patrones muy similares. La mayoría de los errores que comete un emprendedor novato son los mismos que cometieron otros antes. Así que aprender de los fracasos ajenos te ahorra golpes innecesarios.
La mayoría de los errores que comete un emprendedor novato son los mismos que cometieron otros antes.
El problema es que no queremos escuchar esos fracasos porque no encajan con la historia que nos gusta. Preferimos leer sobre los que lo lograron, tragándonos el sesgo del superviviente, porque nos alimenta la esperanza de que nosotros seremos los siguientes. Pero si de verdad quieres evitarte unos cuantos disgustos, presta atención a los que se estrellaron y pregunta por qué.
¿El emprendedor que se enamora demasiado de su idea está perdido?
Totalmente. El truco no es enamorarte de tu idea, sino del problema que quieres resolver. Porque si te casas con la idea, cualquier obstáculo será culpa del mundo, del mercado, de los clientes que «no entienden». Pero si te centras en el problema, estarás dispuesto a cambiar de enfoque, a probar cosas nuevas, a pivotar si hace falta. Es como la gente que pierde audición y en vez de asumirlo, cree que todos han empezado a hablar más bajito. No, amigo. El mundo no está contra ti, solo te estás aferrando a lo que no funciona.
¿Qué elementos esenciales se suelen pasar por alto a la hora de montar un negocio?
Las facturas. Así de simple. Es mi métrica favorita. Puedes obsesionarte con métricas de vanidad: seguidores, menciones, descargas gratuitas, rondas de financiación… pero nada de eso paga las facturas. La métrica más importante es que alguien esté dispuesto a pagarte por lo que haces. La factura te da mucha información, te dice quién está dispuesto a pagar, cuánto está dispuesto a pagar y por qué producto está dispuesto a pagar. Esto es algo que ha cambiado al montar ahora el negocio de MultiVersial, me fijo mucho menos en las métricas de vanidad y mucho más en las de verdad.
La necesidad de tener éxito de la noche a la mañana es otro de esos mantras que se nos ha vendido como clave del emprendimiento. ¿Por qué y qué efectos tiene esa creencia?
No es una necesidad, es una esperanza que todos llevamos dentro. Yo mismo, me sigo preguntando cómo podría multiplicar por diez la audiencia de Multiversial en poco tiempo, cuál es esa jugada táctica que me daría un Home Run en béisbol. Pero cuando miro atrás, veo que he pasado de cero a 50.000 lectores de forma gradual, constante y paso a paso. La relevancia no la he conseguido con un golpe de efecto en un solo día, sino con la suma de muchas pequeñas cosas.
La métrica más importante no son los seguidores, ni las menciones, ni las descargas gratuitas, ni las rondas de financiación, sino que alguien esté dispuesto a pagarte por lo que haces
¿Se puede ser emprendedor de éxito sin “disrumpir” su mercado?
Depende de cómo definas el éxito. Y aquí está el quid de la cuestión: tienes que definirlo tú. Si sigues la definición de éxito de otros, acabarás frustrado, porque estarás persiguiendo algo que no es realmente lo que quieres. Tu definición de éxito es tu brújula, así que más vale que la configures bien.
Levantar rondas de financiación se nos vende a menudo como un éxito en sí mismo. Pero tú nos hablas en tu libro de que el negocio tiene que ser rentable por sí solo. ¿Por qué cuesta asimilar esta idea?
Porque levantar dinero se siente como un logro, aunque no hayas probado que tu negocio funciona. A mí mismo me pasó en mi primera startup. Me obsesioné con levantar capital, hasta que mi mujer me hizo la pregunta clave: ¿para qué necesitas el dinero? Y la verdad, no tenía una respuesta clara. Solo quería que alguien más validara mi idea. Pero la realidad es simple: o bien ya tienes un modelo donde metes un euro y sacas dos, o bien creces ultra rápido como ChatGPT. Si no es así, ¿para qué necesitas financiación? Para pagar tu sueldo, no es una respuesta.
¿Cuándo es un buen momento para tirar la toalla?
Esta es la pregunta del millón. La clave está en entender la diferencia entre persistencia y obstinación. El persistente prueba cosas nuevas hasta encontrar algo que funcione. El obstinado sigue insistiendo en lo mismo aunque no tenga sentido. El persistente escucha el feedback y lo usa para mejorar. El obstinado ignora las señales de que va directo a un muro.
La persistencia es clave en el emprendimiento, pero solo si va acompañada de adaptación. Si llevas meses (o años) repitiendo lo mismo sin resultados, quizás no sea cuestión de más esfuerzo, sino de cambiar de estrategia. O incluso de asumir que no era el camino correcto. Dicho esto, no hay una única fórmula. Tienes al de Pinterest, que se pasó años hasta dar con la tecla, y miles de startups que por mucho que se adaptaron no consiguieron sobrevivir.