Automatización y futuro del empleo

A medida que se automatizan tareas, las industrias tradicionales se transforman e incluso desaparecen

Automatización y futuro del empleo.

En el libro El crash. Tercera fase (Roca Editorial de Libros, 2019), su autor, Santiago Niño-Becerra, aborda cómo los avances tecnológicos están impactando profundamente en la economía y la industria, y cómo estos cambios podrían ser una de las principales causas de la crisis económica que estamos viviendo.

Y no le falta razón cuando dice que, en los últimos años, los avances tecnológicos han transformado de arriba a abajo la economía y la industria, acelerando una serie de cambios que afectan tanto a los mercados laborales como a la estructura de producción global. La automatización, la inteligencia artificial y la digitalización están reconfigurando sectores por completo, alterando la forma cómo trabajamos y consumimos. Estos avances, aunque prometen mejorar la eficiencia y la productividad, también conllevan riesgos significativos, especialmente en términos de empleo, distribución de la riqueza y sostenibilidad.

Uno de los principales efectos de las nuevas tecnologías es la automatización de procesos en industrias clave. A medida que las máquinas y los sistemas automatizados reemplazan a los trabajadores en tareas repetitivas o manuales, el empleo en ciertos sectores se ve directamente afectado. La manufactura, la logística y el transporte son solo algunos de los campos donde la automatización ya está haciendo mella. A medida que las tecnologías como los robots, los vehículos autónomos y la inteligencia artificial continúan evolucionando, muchas profesiones tradicionales están siendo desbancadas, y los trabajadores que no poseen habilidades adaptativas podrían enfrentar dificultades para reintegrarse al mercado laboral.

A medida que las máquinas y los sistemas automatizados reemplazan a los trabajadores en tareas repetitivas o manuales, el empleo en ciertos sectores se ve directamente afectado

Este fenómeno genera una disrupción en el empleo, ya que, aunque la automatización aumenta la productividad, también está dejando a muchas personas sin trabajo, lo que a su vez puede generar mayores desigualdades sociales y económicas. Mientras algunos sectores se ven beneficiados por esta transformación digital, otros se ven condenados a la obsolescencia. La falta de preparación, formación o anticipación a los cambios de una gran parte de los trabajadores para afrontar esta nueva era podría ampliar la brecha entre aquellos que se adaptan a la nueva economía y los que quedan atrás.

Pero esta transformación no solo afecta al empleo, sino también a la estructura misma de la industria. Muchas industrias tradicionales están experimentando una profunda transformación, y algunas incluso están desapareciendo. Las grandes cadenas de producción, que otrora empleaban a miles de trabajadores, ahora están siendo reemplazadas por modelos más eficientes y robots menos dependientes de la mano de obra humana. A esta transformación se le suma el avance de la producción aditiva —o impresión 3D—, que está permitiendo a las empresas fabricar productos de manera más eficiente y a menor coste. Este cambio está generando una descentralización de la producción, ya que las pequeñas empresas y los consumidores ahora tienen la capacidad de producir artículos directamente en sus hogares, sin necesidad de recurrir a grandes fábricas. Este tipo de tecnologías está replanteando el sistema de distribución global y podría reducir la dependencia de las grandes cadenas de suministro.

No obstante, en paralelo a la automatización y a la transformación industrial, la economía digital está ganando terreno. La digitalización de la economía está permitiendo el acceso a nuevos modelos de negocio y oportunidades laborales —además de las que aún no podemos vislumbrar—. Las plataformas de economía colaborativa, los servicios basados en la nube —cloud computing— y las tecnologías de telecomunicaciones han cambiado la forma en que interactuamos y trabajamos. El teletrabajo, por ejemplo, se ha consolidado como una opción viable a nivel global, permitiendo a las empresas operar sin la necesidad de contar con grandes infraestructuras físicas y ofreciendo flexibilidad (y la ansiada conciliación) a los trabajadores. Este nuevo paradigma también ha generado una flexibilización del empleo. Con la digitalización han emergido nuevas formas de generar ingresos, como los trabajos freelance, la creación de contenido digital o el e-commerce. Sin embargo, no debemos olvidad que también ha provocado una precarización del trabajo, donde muchas personas no tienen la seguridad laboral que caracterizaba a las industrias tradicionales o la aparición de «falsos autónomos». La deslocalización de los empleos y la falta de estabilidad laboral en el entorno digital pueden generar tensiones sociales y económicas si no se implementan políticas adecuadas.

Con la digitalización han emergido nuevas formas de generar ingresos, como los trabajos freelance, la creación de contenido digital o el e-commerce.

Además de los avances tecnológicos, otro factor que está transformando la industria es la creciente preocupación por la sostenibilidad y el cuidado medioambiental. Los recursos naturales limitados y el impacto ambiental de la actividad humana están impulsando una transición hacia modelos de producción más sostenibles y ecológicos. Las energías renovables, las tecnologías verdes y la economía circular están ganando relevancia, y muchas empresas están invirtiendo en soluciones que minimicen su huella ecológica. Este cambio hacia una economía más verde también implica desafíos, ya que las industrias más contaminantes, como la energética basada en combustibles fósiles, están bajo el punto de mira. La transición hacia un modelo económico más sostenible podría generar pérdidas en sectores tradicionales, pero al mismo tiempo abre oportunidades para el desarrollo de nuevas industrias y tecnologías.

El impacto de las nuevas tecnologías está llevando a una reconfiguración del sistema económico global. La producción y el consumo están cambiando de manera irreversible, lo que conlleva una nueva realidad económica que no solo se caracteriza por avances tecnológicos, sino también por un cambio en la naturaleza del trabajo y las relaciones laborales. La automatización, la digitalización y la transición ecológica están generando un escenario incierto, donde la adaptabilidad será clave.

El futuro económico será, sin duda, diferente al que conocemos hoy. Las industrias tradicionales, aunque no desaparecerán de inmediato, tendrán que adaptarse a los nuevos tiempos. Los gobiernos, las empresas y los trabajadores tendrán que enfrentar juntos los desafíos derivados de estos cambios tecnológicos, y para ello, será fundamental una estrategia de formación continua, inversión en nuevas tecnologías y políticas que promuevan una distribución más equitativa de los beneficios económicos.

En definitiva, si podemos sacar una conclusión de este libro, es que el impacto de las nuevas tecnologías en la economía y la industria está transformando el mundo tal como lo conocemos. La automatización, la digitalización y la transición hacia una economía más sostenible están reconfigurando las dinámicas de producción y empleo, y exigirán que nos adaptemos rápidamente a una nueva normalidad económica para no quedarnos fuera de la partida.